Las investigaciones de la Fiscalía General de la Nación determinaron que Ágredo Espitia participó en la importación de aproximadamente 11.000 fusiles AK-47, los cuales fueron introducidos al país de manera ilegal camuflados entre maquinaria y sacos de fertilizante. El armamento ingresó a Colombia a través de los puertos de Buenaventura (Valle del Cauca) y el Golfo de Urabá, para luego ser entregado a estructuras paramilitares bajo el mando de los hermanos Castaño Gil. Para concretar estas operaciones ilegales, Ágredo Espitia sostuvo reuniones con cabecillas del Bloque Bananero de las AUC, entre ellos Raúl Emilio Hasbún Mendoza, alias Pedro Bonito, con quien se encontró en un hotel de Bogotá en 1999. Además, facilitó la falsificación de documentos oficiales del Ejército Nacional y participó en el desvío de armamento que tenía como destino una exposición militar en Corferias, en Bogotá. El fallo judicial lo declaró responsable del delito de concierto para delinquir agravado y confirmó el carácter de lesa humanidad de los hechos imputados. La Fiscalía enfatizó que la actividad de tráfico de armas no fue incidental ni aislada, sino parte de un esfuerzo sistemático y coordinado para fortalecer el poder bélico de los paramilitares, quienes utilizaron los AK-47 provenientes de Bulgaria para cometer violaciones a los derechos humanos.