La mañana del miércoles, los espejos de los baños del Congreso de Colombia aparecieron con mensajes escritos en marcador denunciando el presunto acoso laboral y sexual dentro de la institución. Frases como “Aquí a los acosadores les renuevan el contrato” y “Rompimos el silencio y nada pasó” generaron conmoción y reacciones inmediatas en el ámbito político.

Las denuncias, plasmadas de manera anónima, señalan una falta de acciones concretas contra el acoso dentro del Congreso. Aunque en los últimos años se han conocido casos de denuncias formales, sectores críticos aseguran que no ha habido sanciones ejemplares para los responsables.

Desde la Presidencia del Congreso, se anunció que se investigará el origen de los mensajes y que se reforzarán los protocolos para atender denuncias de este tipo. Sin embargo, trabajadores y activistas han expresado su escepticismo, señalando que el problema radica en la falta de medidas efectivas.

Organizaciones defensoras de los derechos de las mujeres han manifestado su apoyo a la protesta simbólica y exigen que las denuncias no queden en el olvido. “No se trata solo de limpiar los espejos, sino de garantizar espacios libres de violencia”, expresaron en redes sociales.El hecho reaviva el debate sobre el manejo de denuncias de acoso en instituciones públicas, un problema que, según expertos, requiere políticas más contundentes para prevenir y sancionar estos actos dentro del ámbito laboral.