Japón se encuentra sumido en la tragedia después de un potente sismo de magnitud 7,5 que ha dejado al menos 48 personas fallecidas y una estela de destrucción en su paso. El terremoto, ocurrido en una región montañosa al norte de Tokio, justamente el primero de enero, fue seguido por múltiples réplicas que continuaron generando daños y afectaciones, desencadenando una respuesta de emergencia sin precedentes. 

El sismo, cuyo epicentro se ubicó en una zona de difícil acceso en la provincia de Ishikawa, en la península de Noto, en la isla principal de Honshu, sacudió la región con una fuerza devastadora. Las autoridades japonesas movilizaron rápidamente los equipos de rescate y los servicios de emergencia para hacer frente a la magnitud de la tragedia, pero las labores se han visto obstaculizadas por la topografía accidentada y las condiciones climáticas adversas. 

La cifra de 48 muertos, aunque dolorosa, podría aumentar a medida que avanzan las operaciones de rescate y se evalúa la magnitud total de los daños. Muchas personas se encuentran atrapadas entre los escombros de edificaciones colapsadas, y la prioridad es rescatar a los sobrevivientes y brindar atención médica a los heridos. 

"Se han confirmado daños muy cuantiosos, incluidas numerosas víctimas, edificios colapsados e incendios", declaró a periodistas el primer ministro Fumio Kishida tras una reunión de respuesta al desastre. 

Casi 45.000 casas están sin electricidad en la zona, que registró temperaturas heladas durante la noche, dijo la empresa eléctrica. 

La Agencia Meteorológica Japonesa (JMA) indicó que después del terremoto inicial se registraron 155 réplicas en su mayoría con magnitudes superiores a tres.