El final de la trágica y aterradora saga de Luis Alfredo Garavito, el asesino en serie más infame de Colombia, ha llegado. Según información proveniente de un familiar cercano, el cuerpo de Garavito será cremado en Valledupar, poniendo fin a una vida marcada por atrocidades inimaginables. 

Este giro inusual en la historia de Garavito plantea preguntas sobre cómo el mundo debería lidiar con los restos de quienes han causado tanto sufrimiento. Su decisión de la cremación, aunque única, también puede ser vista como un intento de poner fin a un capítulo oscuro en la historia del país. 

A pesar de las sombras que su vida arrojó sobre Colombia, su muerte plantea cuestiones éticas y morales sobre cómo recordamos a aquellos que han cometido crímenes irreparables. La decisión de cremar su cuerpo puede ser interpretada de diferentes maneras por la sociedad, desde un intento de borrar su huella hasta una forma de despojarlo de cualquier tipo de homenaje póstumo. 

Lo que permanece claro es que, con la muerte de Garavito, Colombia puede finalmente cerrar un capítulo oscuro y mirar hacia un futuro donde se luche incansablemente para prevenir que tragedias similares vuelvan a ocurrir.